
Aún antes del brote de la pandemia, muchos analistas advertían ante la necesidad de acceder a una restructuración y racionalización de las capacidades de las plantas procesadoras de crudo en Europa. Según la consultora WoodMac, hasta un 9 por ciento de todas las capacidades europeas de procesamiento se ve amenazado y tendrá que atravesar por una fundamental restructuración entre 2022 y 2023.
Aunque WoodMac no ha revelado la identidad de las refinerías, se supone que se podría tratar de las plantas más anticuadas. En este sentido trascendieron especulaciones sobre las plataformas de refinación en Rotterdam, la refinería francesa de Grandpuits o la escocesa Grangemouth. La semana pasada la compañía Gunvor que hace negocios con commodities energéticos hizo pública la eventualidad de retirarse de una refinería deficitaria en Bélgica.
El banco Goldman Sachs estima que entre 2021 y 2024 el aprovechamiento de las refinerías a nivel global podría reducirse aproximadamente en un 3 por ciento, en comparación con el año pasado. Los recortes más importantes corresponderán a Europa donde las plantas de refinación ya habían atravesado por un proceso de racionalización en relación con la anterior crisis de 2009. A cambio, se prevé que en otras partes del mundo las capacidades de las procesadoras de petróleo puedan registrar más bien un leve incremento durante los próximos años.