
La secunda economía más fuerte del mundo planea llevar a cabo importantes inversiones en la construcción de nuevas plantas termoeléctricas y la extracción de carbón.
China ha puesto en funcionamiento este año plantas termoeléctricas con una capacidad instalada de casi 43 gigawatios. Otros 121 gigavatios más se encuentran en la etapa de construcción. Antes del año 2030 China necesitará aumentar la capacidad instalada de sus plantas, que es en la actualidad de aproximadamente mil gigavatios, en unos 250 hasta 400 gigavatios más. Para alcanzar este objetivo el país se verá obligado a seguir en la construcción sobre todo de nuevas plantas termoeléctricas de carbón.
Paralelamente a eso, se invertirá cada vez más en la explotación de las reservas de carbón. China se propone matar dos pájaros de un tiro – por un lado seguir aumentando la producción de la energía eléctrica y al mismo tiempo dar un nuevo impulso al crecimiento de su economía. Se estima que en en el año en curso éste será el más bajo en las últimas tres décadas.
Los planes chinos sin embargo chocan con los propósitos de la ONU para la reducción de emisiones de gases invernadero. El proyectado incremento de las capacidades de las plantas termoeléctricas a carbón chinas es uno de los temas que se encuentran también en la agenda de la conferencia cumbre climática COP25 en Madrid. Si bien los representantes chinos emfatizaron que su país desea tomar parte en los esfuerzos por la reducción de las emisiones de gases invernadero, al mismo tiempo dejaron claro que la comunidad internacional debería tomar en consideración que el gobierno chino desea también ir mejorando el nivel de vida de su población.